Zebrita
Zebrita Pues así empezó la cosa. Dando a un animal el nombre de otro. Así son ellos. Él decía que se parecía más a una vaca, pero a ella, a pesar de la rayas inexistentes, los colores blanco y negro de su pelaje le hicieron pensar en una cebra. Y así siguió la cosa: "Con Zeta, ¿eh mamá?", como si anticipase que la iba a corregir y le iba a hacer cambiar de opinión. ¡Pues buena es ella! En tan sólo dos horas teníamos la mascota soñada (por ella), un nombre para generar crisis de identidad y una falta de ortografía. Luego, además, teníamos una jaula con todos sus complementos. Que no le falte "de ná" a nuestro nuevo habitante. Y en tan sólo dos horas ella ya había tomado la decisión de transportar al hamster - digámosle hamster, aunque pudiéramos llamarle ratón- en la bola transparente "tipo Bolt". Bastaron unos segundos de desconcierto para que, entre el "yo lo cojo", "no le pongas la comida aquí, que se cae"