Horneando la vida
Me pusieron harina suave y esponjosa para los primeros años. Añadí azúcar para esos días en los que estaba torcidita. Le eché un par de huevos. Amasé con esmero cada amistad, cada latido, cada despertar. Ellos pusieron la base y yo añadí mi levadura. Con paciencia y a 180 grados la vida creció y yo crecí con ella. Me pincharon para ver si estaba bien cocida...y sí, ¡lo estaba! Cobertura de chocolate y unas flores de colores. Invitados a mi vida: ¿gustais?