Pasa… y tómate una caña
Pasa… y tómate una caña “¿Cómo estás? ¿Triste? ¿Contento? Pasa y tómate una caña”. Veo ese mensaje lleno de optimismo en una pizarra invitándome a entrar en “La Croquetta”. Así, con dos tés, como si quisiera burlarse de sus homólogas más tradicionales y esa “doble te” le diera la licencia de ser de queso de cabrales, de rabo de toro con vino, de pasas y nueces… ¡Adiós a la aburrida croqueta de jamón o pollo!. Entre el mensaje y la “croquetta” me despido de mi lobo negro. Me despido de mi Apolo. El día se ve desde el lobo blanco. Ahora soy Dionisio. Una mirada lenta y profunda al día a día y reparar en sus mil y un matices, apenas percibidos en muchas ocasiones, y el ánimo sube como por arte “ de birli birloque” . Veo una camisa otoñal, de cuadros marrones, en el escaparate de una tienda: reclamo suficiente para hacerme entrar. Un dependiente, aún imberbe, pone su mejor sonrisa y, sin duda, la mejor de sus intenciones por hacer su trabajo correctamente. Titubea,