Se levanta de forma ágil, tras un sueño casi siempre reparador. No mira el móvil hasta haber hecho su primer pipí del día. Se calza las zapatillas, regalo de Reyes Magos en casa de su cuñada de no recuerda qué año, pero bastantes a tenor de lo desgastadas que se encuentran, y se dirige a la cocina casi siempre sin ponerse la bata, pues su segundo con ascensor y orientación sur fue un acierto. En la cocina aún quedan, apenas perceptibles, aromas de la cena de la noche anterior, si es que fue caliente, pues muchas son a base de fuet y queso, cortados finito y unas tostadas o simples colines, si es que no compró pan. La cafetera italiana ha podido con toda la moderna competencia, pues el gorgojeo al hervir y la autenticidad del sabor del café recién hecho se han pertrechado para ser la única opción posible. Siempre café recién hecho. Leche semidesnatada. Siempre la misma marca, de café y de leche. Al girar la cucharilla con la escasa media cucharada de azúcar que se echa, ve g