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Mostrando entradas de enero, 2015

Tedigo Tequiero

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Tedigo Tequiero cuando no Temiro. Porque mirarte desde donde no existe el sentido de la vista es más que verte. Tedigo Tequiero cuando no Tehablo. Te lo digo infinitas veces, sin que lo percibas, sin que lo sueñes, sin que -tan siquiera- lo imagines. Tedigo Tequiero cuando no Tetoco, cuando no Terrozo, cuando no reconozco el tacto de tu piel. Tedigo Tequiero cuando no Tecanto. Tehago melodías insonoras, canciones sin letras, entono para mis adentros y así te lo digo todo. Tedigo Tequiero cuando Terriño y te lo digo cuando no.  Y Tedigo Tequiero con cara de frío, con pataleta, con rencorcillo de chicha y nabo. Y te lo digo en tu ausencia y en tu presencia, en mis Yanotequieros y en mis Tequerrésiempre. Y lo digo sin decirlo... ... y tú ni Teenteras. No Teenteras.

Zebrita

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Zebrita     Pues así empezó la cosa. Dando a un animal el nombre de otro. Así son ellos. Él decía que se parecía más a una vaca, pero a ella, a pesar de la rayas inexistentes, los colores blanco y negro de su pelaje le hicieron pensar en una cebra. Y así siguió la cosa: "Con Zeta, ¿eh mamá?", como si anticipase que la iba a corregir y le iba a hacer cambiar de opinión. ¡Pues buena es ella! En tan sólo dos horas teníamos la mascota soñada (por ella), un nombre para generar crisis de identidad y una falta de ortografía.  Luego, además, teníamos una jaula con todos sus complementos. Que no le falte "de ná" a nuestro nuevo habitante.  Y en tan sólo dos horas ella ya había tomado la decisión de transportar al hamster - digámosle hamster, aunque pudiéramos llamarle ratón- en la bola transparente "tipo Bolt". Bastaron unos segundos de desconcierto para que, entre el "yo lo cojo", "no le pongas la comida aquí, que se cae"