Me rompí
ME ROMPÍ Siempre había querido llevar una de esas. Esas fundas que se ponen los que se rompen algo. Escayola, creo que dijo mamá que se llamaban. Desde que vi a Andrés, el del 5º D, imaginé cómo sería llevar eso. Yo quería romperme. Digo, romperme algo. No entero, de forma que luego no hubiera forma de pegarme ni con el pegamento ese que dice papá que lo pega todo. Loctite, creo que dijo papá que se llamaba. Saltaba desde altos muros, montaba en bici apoyando el pie en un solo pedal y sujetando el manillar con una sola mano. Incluso bajaba el terraplén de al lado del cole sin frenos pensando en que –seguro- en una de esas, algo tendría que romperme. Pero nada. Yo quería sentirme distinto. Que mis amigos quisieran hacerme dibujitos en la escayola. Que los tíos y los abuelos dijeran “pobrecillo” sin darse cuenta de lo orgulloso que yo me sentiría. Que los profes me trataran con más cariño por esa novedad… ¡¡YO CON ESCAYOLA!! ¡¡UN NUEVO YO!! Y un día, c