Monotonía positiva






Monotonía positiva

Cada cosa en su lugar. Todo ordenado. Colocado. Perfectamente alineado.

Sin sobresaltos, sin sorpresas. Siguiendo una cronología que facilita tras un paso el siguiente y, luego, el siguiente. Y así al siguiente.

Sin pensar, sin meditar qué hacer ahora.

Esa rutina facilona y aburrida a la vez. Esa constancia, tediosa a veces. Esa similitud entre días horas y minutos que tantos remansos de paz aporta a la vez.

Un camino realizado a base de sendas recorridas innumerables veces. Un itinerario reconocible, irrenunciable, seguro. La ruta de lo conocido, lo familiar, lo cómodo.

Y un día va y se descoloca. Y la monotonía se convierte en convulsión y desconcierto. Y los caminos se desdoblan, se “destriplan”, se multiplican y se vuelven insondables, abruptos, ariscos o - al menos - inciertos.
Y nada está en su sitio. Se han descolocado las cosas de la despensa, de la nevera, el camino al trabajo ya no es el mismo. El qué hacer a continuación es una incógnita y el futuro ya no es más como el presente.

Porque el presente con rutina es futuro. Pero el futuro sin rutina es una duda permanente.
Y así, con la vida patas arriba, se añora esa monotonía. Con su cadencia constante, su previsibilidad, su rutinario pasar.

Positivamente… volverá la monotonía.


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