“Superhegües”
“Superhegües” "El día que te jubilas o cuando te conviertes en abuelo, se te pone el pelo blanco y pierdes los superpoderes". Era una más de las frases lapidarias que solía declamar Coque, subido en la rama más alta de uno de los árboles a los que nos encaramábamos cada tarde para inventar una nueva historia de “superhegües” . Así les llamaba el más pequeño del grupo, cuya dicción siempre dejó mucho que desear. Tras las primeras risas, terminamos acuñando el término para autodenominarnos. Ahora, frente a frente con mi retiro, me miro al espejo y veo la cantidad de canas que pueblan mi pelo. Mis primeras canas eran latentes; lo más parecido a "El hombre invisible" que un superhéroe podría imaginar. Se fraguaron paulatinamente a medida que crecían mis extremidades, a medida que hacía deberes de matemáticas, saltaba a la comba, hacía colecciones de cromos, comía pescado a la fuerza y jugaba con las olas del mar. Ellas, imperceptibles, se