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LA TUK-TUKERA

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LA TUK-TUKERA La tuk-tukera vive en Lisboa. Me pregunto si ha vivido siempre allí, porque deja mostrar un acento y vocabulario ingleses de buen colegio británico. Viste colores amarillos, como la luz que desprende su ciudad. Mezcla con no demasiada armonía una blusa estilo oriental con camiseta de algodón y pantalones peruanos. El único denominador común es el color predominante. Esta tuk-tukera domina el arte y se le nota en su forma de hablar. El arte de la psicología de las personas y otros tipos de arte. Me pregunto también si su inteligencia es natural y me permito imaginarle un cierto pasado académico. Es bella pero o no lo sabe o le importa poco. Tiene un pelo ensortijado que sujeta con dos pequeños pasadores y su sonrisa brilla como la luz de su ciudad . Está curtida: por el sol y por la gente. Luce sin recelo el bello de sus piernas al estilo de la mujer portuguesa y, al final de ellas, unas chanclas unisex no identifican por sí solas al g

He ahí un escrito

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He ahí un escrito Me dicen que escriba, aunque no tenga nada que decir. Que no hay escritor malo, que no hay escritura mala. Que de por sí la escritura es buena porque limpia el alma. Me piden que escriba atropelladamente, incluso sabiendo que tengo poco tiempo y tendré que interrumpir la escritura. Me dicen que me apoye en las cosas que me aprietan, en las cosas en las que me ahueco. Que escriba por la mañana, a modo depurativo. Que escriba por la noche, a modo de balance. Me dicen que a base de escribir se aprende a escribir y que escritores nacemos todos porque en la esencia del ser humano está el comunicarse. Me dicen que escribí durante innumerables noches y que, sin saberlo, aquello fue mi entrenamiento. Que escriba para mí, esto lo aprendí hace tiempo, de hecho nunca supe hacerlo más que para mí. Que no mire quién me mira. Que no espere juicios. Que salga lo que tenga que salir, como si es el sol por Antequera. Que use los despechos, los desvelos, las decepciones, lo

Duele

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Duele Le duelen las caídas corriendo en el parque y le curan las tiritas sin ninguna duda. Le duele el pinchazo del practicante en el culete. Le duele esa aguja que entra sin permiso en el chequeo anual y le duele aún más tenerse que hacerse ese chequeo anual. Le duele también la pérdida del primer amor y del segundo y del tercero. Le duele muchísimo pero no sabe dónde ponerse la tirita. ¿Una venda solucionará algo? Le duele una palabra dura precisamente porque es dura y entra en la piel traspasándola. No se cura ni con escayola. Duele más y más y, directamente proporcional, aguanta más y más porque se ha caído en el parque, le han pinchado en el culete y en el brazo y ha perdido amores en el camino y no quiere que le duela dentro de nuevo. Así que aprieta los dientes y no llora porque se ha hecho fuerte. Así que le sigue doliendo y el ibuprofeno ya no funciona. Le duele ver que a ella también le duele. Cuando se separa cada fin de semana.

Anclas

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Anclas Hay barcos que han navegado mucho. Han surcado mares, han sorteado corrientes, han defendido su casco ante diversas vicisitudes y aspectos adversos. Querían ser barcos bravíos y sólidos y no les incomodaba la navegación complicada, los caudales nuevos, la incertidumbre de la travesía, las inclemencias del tiempo. Estos barcos han construido una proa sólida para abrirse camino y una popa no menos robusta, para dejar rastro. Son de esos barcos que, cada vez que atracan en el Puerto echan uno de sus anclas para tomar un respiro y continuar. Y allí relucen no por ser los más limpios, los más caros, los más grandes. Relucen por su historia, por su experiencia, por sus horas de navegación. Un día este tipo de barcos deciden descansar y acomodarse sine die en el Puerto. Y lucen su nombre de barquito algo desgastado por el sol pero con el mismo señorío, esperando que los niños lo lean y digan:¡Ese es mi prefe! Así, nuestro barco echa una primera ancla que

EL TUPPER, ese objeto de culto

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EL TUPPER , ese objeto de culto Los Tuppers son un ente extraño. Son el único objeto que parece un sujeto. Tienen una especie de nombre propio que los diferencia de cualquier otro enser de la casa. Enser, qué palabro. He consultado la RAE: Enser-‘Objeto necesario en una casa o para el ejercicio de una profesión’ Pues sí señor. Necesario un Tupper es en una casa, así que es un enser sin duda. Los Tuppers tienen mucha historia y van, ineludiblemente, ligados a las madres. Desde que uno tiene uso de razón el Tupper existe, pero claro, hay serias posibilidades de que no hayan existido siempre, así que me documento de nuevo: En 1946 la compañía Tupper Plastics presenta su producto bandera: un conjunto de boles redondos con tapas herméticas. Son los tazones Maravilla . Vale. Pues entonces los Tuppers existen desde 1946 o 1947 que es cuando este buen señor se inspiró en la tapa de las latas de pintura para lograr un cierre que conservara el alimento. A

La suerte es el máximo cuidado en el mínimo de los detalles

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La suerte es el máximo cuidado en el mínimo de los detalles Un mentor es alguien que cree en ti. Un mentor cree en ti mucho más de lo que tú crees en ti mismo. Un mentor te apoya incluso cuando, de inicio, tú a él no le apoyas. Generosidad pura. Así que un mentor es generoso y te traslada su conocimiento de forma altruista. Construyendo algo, con cincel y martillo. Un mentor es tu foco. Te ilumina más de lo que te iluminas por ti solo. Te da a elegir, en un momento dado, entre una pastilla roja y una negra, para que cambies tu destino si es que quieres. Y te dice frases como “ellos son gatos, tú eres tigre”, porque tiene una expresión para cada una de las situaciones y porque ve en ti cosas mágicas que tú ni atisbas. El mentor te habla del número cuatro mágico, de Enric Corbera, de la maca o del pilates. Te recita fragmentos enteros de películas, dichos costumbristas o frases heredadas de un ilustrado padre. Un mentor te suelta dos frescas sin m