Anclas





Anclas

Hay barcos que han navegado mucho. Han surcado mares, han sorteado corrientes, han defendido su casco ante diversas vicisitudes y aspectos adversos.

Querían ser barcos bravíos y sólidos y no les incomodaba la navegación complicada, los caudales nuevos, la incertidumbre de la travesía, las inclemencias del tiempo.

Estos barcos han construido una proa sólida para abrirse camino y una popa no menos robusta, para dejar rastro.

Son de esos barcos que, cada vez que atracan en el Puerto echan uno de sus anclas para tomar un respiro y continuar. Y allí relucen no por ser los más limpios, los más caros, los más grandes. Relucen por su historia, por su experiencia, por sus horas de navegación.

Un día este tipo de barcos deciden descansar y acomodarse sine die en el Puerto. Y lucen su nombre de barquito algo desgastado por el sol pero con el mismo señorío, esperando que los niños lo lean y digan:¡Ese es mi prefe!

Así, nuestro barco echa una primera ancla que le dio siempre total seguridad. Añade un segundo que nunca le falló y aporta un tercero que siempre navegó con él... por si hacía falta.

Y en ese remanso de paz descansan: las anclas y el barco.

Pero el destino es caprichoso y, sin previo aviso, corta el cordaje de esas tres anclas y el barco ha de empezar a navegar de nuevo.

Ha perdido costumbre, pericia y algo de las ganas que le movían en el pasado.

No reconoce el caudal, las corrientes han variado y hay otros barcos en la travesía que desconoce.

Los marinos a su paso le reconocen como "uno de los buenos" pero él se siente falto de práctica.

Le cuesta coger velocidad de crucero y duda si algún día fue tan osado, valiente e -incluso a veces- insensato como se veía a sí mismo en otra época.

Echa en falta sus anclas y los valora más si cabe que cuando le acompañaban.

Al primero por su solidez, su precisión en la decisión de dónde atracar.

Al segundo por su apoyo desde siempre y por siempre.

Al tercero por estar. Callado, tenue, discreto. Incondicional.

Pero como el viaje, como el show, como la vida continúa...el barco se convertirá en uno pirata (de los piratas buenos) para surcar los mares del sur.

Y en la proa la tripulación se tomará una botella de ron.



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