Entradas

Bochito

Imagen
El bueno de Juan nos llevaba en su Bochito . Nunca supe por qué le puso ese nombre a su “Dos caballos”.  Hasta diez niños nos apelotonábamos en los diferentes recobecos de su habitáculo cantando a coro la canción que le dedicó: “ Bochito, bochito … en el pueblo tendrás trabajito”, mientras él, con la mano derecha sujetaba levemente el volante y, con la izquierda, saludaba pronunciando su “¿Qué tal?”. Repetía ese mantra unas cien veces al día, tantas como habitantes tenía el pueblo. La posibilidad de chocar contra cualquier artefacto nunca estuvo en nuestra cabeza, aunque seguro estuvimos cerca. Su sonrisa era perenne y sirvió de refugio a muchos de los habitantes. Su figura era alta, encorvada, arqueada como para ofrecer protección a quien con él conversaba. Era amigo del hombre y compañía sincera, con un diminutivo para cada ser. Y después fue viajero infatigable para llevar la esperanza a otras tierras. “Podéis ir en paz”. Y él, Don Juan, así lo hizo.

Todopoderoso

Imagen
  Sin poder superar su muerte, se murió cada día un poco. El primer día, mató la luz de su familia. El segundo, mató sus sueños junto al mar. El tercero, mató las flores de su jardín. El cuarto, mató su cielo estrellado. El quinto, mató a un pájaro. El sexto, mató al hombre, a la mujer, a Dios. Y el séptimo descansó, viendo que todo era malo y que vivir no merecía la pena.

Hipotenusa

Imagen
  Soy redondo: me acomodo en tus curvas, me adapto a tus indecisiones, rodeo los malos rollos y los convierto en globos, pelotas de ping pong o en botones de colores con los que atarme a ti para siempre.  Soy el globo terráqueo para que vivas en mí, en un mundo inventado para tu felicidad. Eres triángulo:  equilátero a veces e isósceles la mayoría.  Tus aristas se me clavan, me lastiman. Eres ceda el paso, a tu paso; pirámide de Keops para subirte a su puntita y tocar el cielo. Todos tus lados duelen. Eres la hipotenusa. Obtusa. Maldita geometría.

Pura proteína

Imagen
Los huevos están alineados en sus cajas de cartón y las cajas de cartón colocadas en los lineales de los supermercados. Los huevos son idénticos, sin pasado, creados de la nada o por ordenador. Y reposan en sus cubículos al lado de sus gemelos. Ni restos de la gallina. Así son los huevos. De tez tostada o blanquitos, con toda su esencia y su proteína dentro. Nada muy distinto de nosotros, los seres, los humanos. Cogemos varios huevos y los juntamos y, de entes distintos, hacemos un solo ente con personalidad y rasgos propios, de tez tostada o blanquita, como los huevos miméticos. Pero un día llega una caja de huevos diferente y ella, que sabe mirar siempre más allá, ve que esos huevos también son diferentes: rosados, azulados, marroncitos... únicos entre sí. Y te preguntas si eso era. Que la esencia ha aflorado para que la reconozcas. Pues, como las cosas son así, con esos huevos maravillosos y únicos he hecho una tortilla con orégano y sal, la he repartido en cuatro bocadillos y fin d

Vinos

Imagen
  Vino para quedarse más de 100 años. Vino en pellejo: Ribera en los "chatos". Vino, y si no quieres vino, botellín. Vinieron el queso, el lomo, el chorizo... Y el café con sabor a gloria. Vino cantar en compañía y jugar al mus. Vino él Vino ella Vinieron ellos Y luego ellas, con juventud y frescura. Vino y nunca se fue. Porque hoy sigue siendo vino y más. Y porque la vida vino y se va.

Ella, él y el mar

Imagen
  Ella, la soledad Él, el salitre Y el mar Ella, mi niña Él, mi barco Y el mar Ella, la proa  Él, el marinero Y el mar Ella, la luz Él, el atardecer Y el mar Ella, la tierra Él, el sol Y el mar Ella, la sombra Él, el horizonte Y el mar Ella, la mar Él, el mar Y, como siempre, el inmenso mar