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Todopoderoso

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  Sin poder superar su muerte, se murió cada día un poco. El primer día, mató la luz de su familia. El segundo, mató sus sueños junto al mar. El tercero, mató las flores de su jardín. El cuarto, mató su cielo estrellado. El quinto, mató a un pájaro. El sexto, mató al hombre, a la mujer, a Dios. Y el séptimo descansó, viendo que todo era malo y que vivir no merecía la pena.

Hipotenusa

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  Soy redondo: me acomodo en tus curvas, me adapto a tus indecisiones, rodeo los malos rollos y los convierto en globos, pelotas de ping pong o en botones de colores con los que atarme a ti para siempre.  Soy el globo terráqueo para que vivas en mí, en un mundo inventado para tu felicidad. Eres triángulo:  equilátero a veces e isósceles la mayoría.  Tus aristas se me clavan, me lastiman. Eres ceda el paso, a tu paso; pirámide de Keops para subirte a su puntita y tocar el cielo. Todos tus lados duelen. Eres la hipotenusa. Obtusa. Maldita geometría.

Pura proteína

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Los huevos están alineados en sus cajas de cartón y las cajas de cartón colocadas en los lineales de los supermercados. Los huevos son idénticos, sin pasado, creados de la nada o por ordenador. Y reposan en sus cubículos al lado de sus gemelos. Ni restos de la gallina. Así son los huevos. De tez tostada o blanquitos, con toda su esencia y su proteína dentro. Nada muy distinto de nosotros, los seres, los humanos. Cogemos varios huevos y los juntamos y, de entes distintos, hacemos un solo ente con personalidad y rasgos propios, de tez tostada o blanquita, como los huevos miméticos. Pero un día llega una caja de huevos diferente y ella, que sabe mirar siempre más allá, ve que esos huevos también son diferentes: rosados, azulados, marroncitos... únicos entre sí. Y te preguntas si eso era. Que la esencia ha aflorado para que la reconozcas. Pues, como las cosas son así, con esos huevos maravillosos y únicos he hecho una tortilla con orégano y sal, la he repartido en cuatro bocadillos y fin d

Vinos

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  Vino para quedarse más de 100 años. Vino en pellejo: Ribera en los "chatos". Vino, y si no quieres vino, botellín. Vinieron el queso, el lomo, el chorizo... Y el café con sabor a gloria. Vino cantar en compañía y jugar al mus. Vino él Vino ella Vinieron ellos Y luego ellas, con juventud y frescura. Vino y nunca se fue. Porque hoy sigue siendo vino y más. Y porque la vida vino y se va.

Ella, él y el mar

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  Ella, la soledad Él, el salitre Y el mar Ella, mi niña Él, mi barco Y el mar Ella, la proa  Él, el marinero Y el mar Ella, la luz Él, el atardecer Y el mar Ella, la tierra Él, el sol Y el mar Ella, la sombra Él, el horizonte Y el mar Ella, la mar Él, el mar Y, como siempre, el inmenso mar

La quinta capa

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  La gente tiene capas. A simple vista solo se aprecia la primera. Y hay quien no tiene más La primera capa , para qué negarlo, puede ser muy vistosa y abrir puertas. Esa capa de ojos azules, de porte elegante, de figura esbelta y moldeada, de esplendor general. Con esa capa uno se apaña un tiempo, pero tiene fecha de caducidad. Y la gente con una capa también tiene fecha de caducidad. Si solo se tiene una capa los ojos son menos azules, la elegancia se disipa y el cuerpo resulta más achatado, diría yo que hasta un conjunto menos armonioso. Las conversaciones de una capa tienen que ver con cremas autobronceadoras, blusas de moda, el último móvil y alguna pesa más pesada que la pesa que cogí el día anterior. Normalmente esa capa se luce en redes sociales y se decora con una sonrisa forzada. Se acabó. La primera capa no da más de sí. Como las personas de una sola capa.   Tener una segunda capa cambia un poco el conjunto. En la segunda capa hay conceptos colocados en caja