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Mi diminuto Dios

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Mi diminuto Dios "Yo creo que Dios es el viento; cuando el viento sopla, él habla" (Nsl) El misterio del viento, el misterio de Dios. Lo que se sabe, lo que se desconoce y la necesidad de sentir un asidero en la vida. "Cuando la música suena, él habla" El misterio de la música, el misterio de Dios. Notas y melodías que impactan directamente en el corazón sin previa selección. La suma de las partes que construyen un todo armónico, melódico y sinfónico directo a la sensibilidad. Como Dios. "Cuando el amor mueve el mundo, él habla" Pequeños actos, ademanes, gestos que se extractan del entorno hostil y huraño. Acciones sin precio que son de verdad y consiguen devolver al mundo el sentido que todos le buscamos. Sonrisas, caricias, abrazos... y las sonrisas, caricias y abrazos del corazón. Las auténticas cosas, las verdaderas... Como cuando Dios existe.

Menos... es más

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            Menos... es más   Menos   desvelos   y más   anhelos Menos   subir   el tono y   bajar   más en tobogán Menos   noes   y más   Noeles Menos   para cetamol y más   para   que te rías Menos   corta pisas y más a larga r la vida Menos   pre sión y más   pa sión Menos p risas   y más   sonrisas Menos es   más Menos por   más Más   por menos Más …,al menos, siempre en Navidad.   Feliz 2014 

na...VIDA...d

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  na...VIDA...d   Mamá, he decidido que el próximo año a Papá Noel le voy a invitar a entrar por la puerta. En mi VIDA él debe limpiarse los zapatos antes de entrar y llamar, como los invitados educados. No es de buena educación ir a las casas y no saludar. También le diré que una visita al año no es suficiente. A la gente que uno quiere hay que visitarla más a menudo. Le diré que debe comer más sano para poder ir más ligero y así darle tiempo a recorrer todas las casas sin fatigarse. Y que no debe llevar a los renos de aquí para allá, sin apenas descansar. Le puedo pedir que se vista de otros colores; en mi VIDA la moda cambia... Y que se ponga un solo nombre, que me lío con Santa Claus, Papá Noel, San Nicolás, Viejito Pascuero, Weihnachtsmann, Joulupukki, Père Noel...  En mi VIDA cada uno tenemos sólo uno y nos entendemos la mar de bien...   Y que no riña con los Reyes Magos... ¡¡que en mi VIDA hay sitio para los cuatro!!. En código niño  

na...VIDA...d

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na...VIDA...d   "Ná" para esta Navidad y sin esperar que llegue esa aparente felicidad.   VIDA en cada instante VIDA siempre hay más. VIDA verdadera  VIDA... en realidad.   Vi una Navidad diferente.   No es cierto. Como siempre... ...mucho más que "ná"     En código verso  

na...VIDA...d

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      na...VIDA...d   Pero, ¿Papá Noel es adivino? ¿Sus renos tienen detectores de sueños o radares de anhelos? ¿Se adentra por nuestras chimeneas interiores para conocer nuestros más profundos deseos? ¿Recorre el cielo precedido del escuadrón más cornudo, olfateando en el aire las necesidades más básicas y complejas del ser humano?   Él sólo observa la VIDA. La ve pasar centrándose en cada detalle, porque en lo banal se encuentra la verdadera esencia. Por eso no se le escapa nada.   La VIDA no le es indiferente. Se esmera en su elaboración, se regodea en cada instante y lo hace eterno. Todos los momentos cuentan, porque de ellos se desprenden señales inequívocas.   Se viste de rojo porque es un color elegante, porque la VIDA es elegante y es elegante vivirla profundamente.   Este tío gordo... ¡sí que sabe!       En código adulto    

Gota a gota

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GOTA A GOTA Cuando la gota de la paciencia colmó el vaso, en el vaso no quedó nada. Por no quedar, no quedó ni paciencia, ni vaso, ni gota. Se fue acabando, agotando, consumiendo... día a día, minuto a minuto, mes a mes y año tras año. La paciencia pareció en cierto momento ser infinita. Daba la sensación de que se la habían dado con saldo recargable. Como si en la tienda de móviles hubieran puesto una oferta del 50% y tuviera enchufe con el dueño. Siempre se producía nueva; se regeneraba, como la epidermis, como la energía, como las células madre. La paciencia era, en el fondo, como un mullido cojín en el que acostumbraba a recostarse cuando las cosas no marchaban bien. Allí, mirando al techo, sentía que lo sobrevolaba todo. Nada le afectaba, nada lograba entrar por los poros de su piel. Era su paciencia una especie de escudo protector contra las adversidades: contra el enemigo armado; contra los hostiles perseguidores; contra la cara amarga de las personas