Bajantes



El temita de las bajantes terminó por destrozarlo todo. 

Ya nos había bajado la líbido…no recuerdo cuándo. 

Él se había bajado los pantalones sólo en contadas ocasiones. 

Habíamos bajado, hasta reducirlo a cero, los viajes, los conciertos, las cenas… 

Me bajaba el sonido de la tele cada noche como si no recordara la cuestión de mis audífonos. 

Bajaba constantemente el dinero de la cuenta corriente.

Y yo musitaba "por lo bajini" lo pesado que se había vuelto.

Pero, de todo, el remate fue lo de las bajantes. Quizás, además de recoger las aguas residuales, recogían también los restos putrefactos de nuestra relación de más de cincuenta años.

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