Números que te quitan el sueño y te dan la vida









Al principio se cuenta por meses. Cada uno de ellos con sus 30 o 31 días, según proceda, con el permiso del segundo.

Mes uno: el mes protector. De la sorpresa y del sueño.
Mes dos: leche y pañales y el sueño no se va.
Mes tres: el mes más somnoliento. No se espabila ni con agua caliente. Sueño, cansancio, sueño, sueño y sueño.
Mes cuatro: el mes de las sonrisas que enamoran.
Mes cinco: mira qué manos y primeras risas.
Mes seis: pedorretas que quitan el sueño.
Mes  siete: sueño, pa, pa, pa, pe, pe, pe... Y más sueño.
Mes ocho: nuevas y milagrosas palabras: apiretal y dalsy. Y mucho sueño.
Mes nueve: un gato en mi casa.
Mes diez: sonidos inverosímiles y el gato sigue por mi casa.
Mes once: alguien intenta mirar las cosas desde otra perspectiva.
Mes doce: el de una personita que anda por mi casa. Se ha hecho con ella y lleva el mando. Yo tengo amor... y mucho sueño.

Luego la cosa va por años que se agolpan entre sí como si tuvieran prisa, aunque las noches de despertares y el sueño acumulado hagan parecer que el tiempo no pasa.

El año uno, pues, con esos doce meses, de uno en uno, es un año tierno. Comienza inofensivo y acaba recorriendo toda la casa como si fuera la ciudad sin ley. Es un año gordito y lustroso, que lo llena todo de biberones, papilla y chupetes en sitios estratégicos. Es un año lento, sin prisa. Con sus 24 horas bien intensas con todos los minutos de día y de noche.

El año dos es el de las palabras, con todos sus matices y con una perspectiva nueva. Un nuevo lenguaje que enseña a ver la vida de otra forma. Es el año de correr, descubrir, trepar, subir, andar...

El año tres pregunta. Pregunta de forma interminable. Un mundo entero espera para ser aprendido. Algo empieza a acelerarse. El año de la lengua de trapo y de hacerte sonreír mil veces.

El año 4 pinta.

El año 5 inventa, se disfraza y escribe. Es el año de la mano entera que a veces se posa en otro sujeto de otros 5.

Sin saber bien por qué, de repente, el 6 el 7 el 8 el 9 el 10 y el 11 empiezan a correr como si no hubiera un mañana. Y a pesar de que los días nuevamente parecen lentos, los años se agolpan entre sí.

No sabes si en el 6 fue el año de la dulzura, de "la mejor mamá del mundo" de los disfraces inverosímiles.

El 7 el de todas las princesas juntas y Spiderman más real que nunca, hasta debajo del pijama. Papá es mi mejor superhéroe y mamá la princesa más guapa del reino... después de mí.

El año 8, por ser mi preferido, es el año de la magia. De la auténtica magia de los Reyes Magos, de la más formidable magia del Ratón Pérez y de la magia eterna del gordito de rojo.

El año 9 es el de papá y mamá lo saben todo.

El año 10 tiene mil amigos y pregunta a qué casa va este viernes.

El año 11 todavía va de la mano por la calle.

El año 12 empieza el desapego, de empezar a perderlos un poquito.

El 13 que veo que lo pierdo

El 14, que lo perdí.

El año 15 lo desconozco y el 20 y el 25 y el 40...Con su senda marcada, marcada por ellos mismos.

Y de repente no hay gato, no hay preguntas, los superhéroes han desaparecido... pero sigue habiendo sueño.

Los años venideros son los de las alas y las raíces que nos recomendaron darles. Los años del alma en vilo pero llena de amor.



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