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Los dueños de las palabras

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  Las palabras tienen dueño. Parecen estar ahí, a disposición de todos, pero no es cierto. Tienen dueño las palabras, las expresiones, las frases hechas, las muletillas, las citas y los refranes. Míralo. Obsérvalo. (No sé… yo diría que parecen de todos, para uso y disfrute, pero ¡ojo!, que son propiedad privada. Atento que tan pronto te las dan como te las quitan…) Son de nadie un día, pero hay quienes se apoderan de ellas. Y ya no hay vuelta atrás. “Amuélale”, es suyo. “No veo gota” es de ella. “Almanaque” le pertenece. “Oiga Usted” lo oigo sólo en su voz y con el debido respeto. “Es ideal de mono” y ya, la expresión, ligada a la señora del moño “ per secula, seculorum ” (ésta es de D. Juan, el cura. Era de suponer…) “Resiliente” (esta es la palabra de moda que se ha quedado, por “ early adopter ”, un “ early adopter ” que también es dueño de la palabra “ early adopter ”). “ Eci…” (y eso sí que se las trae, porque lo que quieren decir es “es decir”, y a pesar de decir

Me lavo con agua clara y Dios pone lo demás

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    Cumplo 5 Quiero ponerme el disfraz de princesa rosa para mi fiesta porque quiero estar guapa en mi fiesta. Quiero una tarta rosa. Que Carola, Anita y Luci vengan a mi fiesta y se pongan las coronas. En mi fiesta quiero que haya globos y chuches. Lo voy a pas ar chupi en mi fiesta. Los abuelos vienen a mi fiesta. Cumplo 10 ¡Me he aprendido a hacer la raya del pelo casi recta! He practicado un montón. No me gustan mis orejas ni mi nariz. Me gustaría tener los ojos azules como Carola. Carola es la niña más guapa de clase. He invitado a mis amigas a celebrar mi cumpleaños: haremos un taller de cupcakes y luego una competición de just dance . Carola es la niña que mejor baila. Cumplo 15 Tengo un par de granos que me van a fastidiar mi mejor noche. Siempre me sale uno en la nariz "por infeliz" los días clave. También me he encontrado algunos puntos negros. Sabía que había agujeros negros, pero no puntos negros en la cara. Me lo dijo Carola, que va a una esteticién , dice ella

Circunstancias de cuatro pelos

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  El pelo se me queda encrespado desde que tengo uso de razón y, además, tengo un remolino. Es un remolino recalcitrante, insistente, plasta e insolente. Mi pelo me define. Cuando se refieren a mí dicen: “Mira la del pelo tieso”, “Sí, hombre, esa del pelo como una escarola”, “Esa señora que tiene el pelo como un mocho y que está en la sala de espera”, “La que parece que ha metido los dedos en el enchufe” y lindezas de este estilo, manidas por otro lado. Mi pelo me hace inigualable, única, de colección. A nadie le gusta, pero a mí sí. Nadie me ha dicho eso de “qué pelo tan sedoso tienes”, “tu pelo ensortijado”, “tu melena al viento”, “ese pelo azabache que me quita el sentido”… Mi pelo me ha hecho reconocible y me ha permitido pasar por la vida sin ser inadvertida, anodina, inexistente. Soy. Rotundamente, soy. Mi pelo me ayudó a ganar confianza, a hacer oídos sordos, a mirar hacia adelante con entereza y a tener la cabeza, con un pelo insolente, sobre los hombros. En un conc

Caligrama navideño

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Yo loco loco  Tú lo quitas Acabo con todo Tú atas cabos Yo voy a más  Tu más me amas Yo miro atrás Coges carrerilla sin mirar Yo pienso tanto Tanteas pensativa con encanto Yo quiero menos Siempre menoscabas mis anhelos Miento y espero Desesperas con mentirijillas de medio pelo. Entiendo un futuro Te desentiendes, sin despeinarte, de cualquier futurible Me olvido, te olvido Te fuiste como se va, sin darnos cuenta, la memoria del camino FIN FIN FIN FIN FIN FIN

Aleaciones

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Aleaciones Mientras chirrían tus arrugadas costuras de bronce, te miro intentando encontrar restos de la joven que conocí.  Nada. Te has dejado los ojos puliendo pendientes, labrando broches, chapando pulseras, bruñendo metales. Tus manos se mueven, torponas, venciendo la artrosis de tanto adornar cuellos, muñecas y orejas. Mil y una filigranas han curvado tu espalda. Eres mi aleación. Fundidos para siempre. Te quiero, mi joya.

Mentirijillas

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  “ Le agradezco con otra sonrisa su mentira piadosa ” - fueron sus últimas palabras antes de morir. El Doctor giró la cara mientras recordaba sus propias palabras: “Te vas a curar”, en su boca llena de dientes. Repetía esa escena con uno de cada “x” pacientes de su consulta de ensayos clínicos.   La repetía desde hacía años con la esperanza de que alguna vez fuera cierto. Aquella noche, al llegar a casa, cogió un diente que su hija había colocado, sigilosa e ilusionada, y puso en su lugar un billete de 5 euros. Tenía una sonrisa en la cara y otra mentira en su haber.