Entradas

Mi querida Ñ

Imagen
Mi querida Ñ Me encantaba, en mis viajes infantiles, que mi madre nos enseñara canciones. Era divertido, entretenido y muy enriquecedor. Por la música, por supuesto, pero más por la forma en que ella lo hacía. Una muñeira, una sevillana, una en euskera, ahora en catalán... sin faltar canciones en francés, italiano o alemán. El mio Xuan miróme díxome: galana ¡qué guapina tas!. Y esa gitana, y esa gitana y esa gitana… Se conquista bailando por sevillanas. Haurtxo polita sehaskan dago, zapi xuritan. O Tannenbaum o Tannenbaum wie treu sind deine Blätter!. Quin dolç cant, tot plovent per terres i els teulats. Incluso en latín, porque quien a sus antepasados parece, honra merece. Gaudeamus igitur iuvenes dum sumus. Así lo hacía con sus hijos, como también con sus alumnos. Enseñando a toda una generación y parte de otra, la variedad que ofrece el folklore popular; la tolerancia que subyace en el folklore popular. Me encanta el concep

Un juego de niños

Imagen
Todos los muñecos están dentro de la caja. Perfectamente ordenados. Cuando acaba de jugar los deja colocados para encontrarlos al día siguiente. Los manda a dormir. Están cansados tras un largo día. Y, de noche, todo es silencio. Coloca las camitas y, a su lado, pequeños despertadores.  Por la mañana abre la caja y, una vez despiertos y desperezados, se inventa para ellos interesantes historias.  Los saca de paseo, los junta, lo separa, les añade muñecos en versión pequeña y los lleva a guarderías, escuelas, universidades... Ya veremos cómo acaba la historia que crea con ingenio para cada uno. Le encantan las sorpresas.  Los agrupa por colores, por familias, por razas...porque, aunque se compran por separado, cree que pegan mejor en grupo. Es como si estuvieran más ordenaditos entre iguales. Alguna vez que juega a mezclarlos salen chispas. Se inventa reyertas en las que hay espadas y cañones. Y alguno de ellos cae al suelo... Malherido. Les da o les qui

Sequía

Imagen
Sequía Lo asola todo. Es tristísima. Tierra muerta, agrietada, avejentada por el calor, por el efecto del sol. Acaba con la presencia animal y vegetal sin piedad. Sólo sobrevive el que, por suerte, fue concebido para adaptarse a un ecosistema tan inclemente. Provoca llanto y añoranza de un tiempo mejor: visiones de eternos prados, grandes bosques, remansos de paz llenos de frutos silvestres, floreciente primavera… Un reptil trepa por una roca fosilizada; un rastrojo vuela con la ayuda de un viento que abrasa cualquier rostro que ose aventurarse en este escenario; un cactus alardea de sentirse en casa. El astro rey no perdona. Da y quita vida a su antojo. Campos desnudos. Arados en huelga. Aperos llenos de telas de araña. Agricultores sin sentido que miran al cielo buscando un atisbo de lluvia. El recuerdo de buenas y provechosas cosechas y el anhelo de trabajar de sol a sol para abarcar la producción de la temporada. Nada en mis folios. Ni una coma,

Material World

Imagen
Material World Hay mujeres que visten de negro.  Hay hombres que están en la sombra.   Hay niños que duermen en el cobijo de algún lejano lugar creyendo que esto pronto pasará.  Hay gente que escribe cartas de despedida pidiendo perdón por desertar y por ello dejar de existir. Gente a la que la memoria quiere olvidar pero que algunas personas se empeñan por rescatar. Todo eso hay y de todo soy ajena.   Hay mujeres a las que se les salta una lágrima cuando piensan en que no son una gota en el océano, sino que realmente sus actitudes están cambiando el mundo.  Otras que desde su primer trabajo académico todo se ha centrado en la búsqueda de la paz desde todas sus vertientes y perspectivas.   Hay, en particular, una mujer linda por dentro, inteligente, humana y linda por fuera, porque su sonrisa es pura y verdadera. Y ella, emulando a su padre y a su abuelo con su pequeño gran granito de arena con el que construye un desierto, va de puntillas dejando un legado humil

¡Castigada!

Imagen
¡Castigada! – ¡Ya voy! – contesta a su madre que, como tantas otras veces, la reclama. Mami no me entiende; me llama para cenar en lo mejor del libro o cuando dibujo al perfecto protagonista de mi último cómic o en el preciso instante en que suena la melodía que busco para mi pequeño violín. No respeta mis momentos de inspiración. En fin, saldré a cenar. No quiero que me castigue. Nadie en la cocina y una nueva llamada. – Ya voy mamá – contesta de nuevo acercándose hacia el lecho donde su anciana madre reclama su medicina diaria

No tocar... le he echado vitaminas

Imagen
  No tocar… le he echado vitaminas Orquídea. Curiosa flor. Dicen que regalar una es transmitir un mensaje de belleza hacia quien se ofrece, poniendo en evidencia la alta consideración y estima que la persona despierta. Que despierte estima a esos cinco “minions” es algo que agradecí más que la propia flor, pero dicho eso – lo más importante por cierto –, me quedaba la tarea de cuidarla como se merecía. ¡Y qué poca mano tengo para las plantas! Algo que no me perdono viniendo de abuelas, tía, madre, marido y suegra con mano divina para ellas. ¿Me la llevo a casa? ¿La dejo en la ofi? A Soni se le dan bien las plantas pero dice no saber de orquídeas. Se mete en internet, me pide un vaporizador y, cada mañana, viene a echarle un vistazo para ver cómo sigue. En ese intervalo, misteriosamente, la orquídea aparece fuera de la maceta que formaba parte del regalo. Y va la orquídea un día y pierde una hoja, y luego otra y así empieza a preocupar- nos. Una tarde Carm