Sequía
Sequía Lo asola todo. Es tristísima. Tierra muerta, agrietada, avejentada por el calor, por el efecto del sol. Acaba con la presencia animal y vegetal sin piedad. Sólo sobrevive el que, por suerte, fue concebido para adaptarse a un ecosistema tan inclemente. Provoca llanto y añoranza de un tiempo mejor: visiones de eternos prados, grandes bosques, remansos de paz llenos de frutos silvestres, floreciente primavera… Un reptil trepa por una roca fosilizada; un rastrojo vuela con la ayuda de un viento que abrasa cualquier rostro que ose aventurarse en este escenario; un cactus alardea de sentirse en casa. El astro rey no perdona. Da y quita vida a su antojo. Campos desnudos. Arados en huelga. Aperos llenos de telas de araña. Agricultores sin sentido que miran al cielo buscando un atisbo de lluvia. El recuerdo de buenas y provechosas cosechas y el anhelo de trabajar de sol a sol para abarcar la producción de la temporada. Nada en mis folios. Ni una coma,