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Mi mundo controlado y chiquito

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En este pequeñito mundo hay una plaza, varias calles y un pueblo. Varias familias, parientes que asocio y otros que no. Hay fiestas previsibles y costumbres conocidas. Las temperaturas nunca sorprenden. Sabes que diez días en julio manga corta y el resto de verano calcetín y chaquetita de noche. En invierno, abrigo sin interrupción. Es un mundo que casi abarco con la mirada, con dos miradas, con tres a lo sumo. Tras la mañana, que es bien larga, hay un mediodía no menos largo, una sobremesa sosegada y una tarde que llenar de vida. Y aún nos resta una noche a prolongar donde susurrar secretos de los que se cuentan lento, porque uno no tiene prisa ni por dormir ni por despertarse. No hay inquietud. Tacho “in”. Sólo quietud. No hay incertidumbre. No miedos. Como es chiquito voy y vengo en un plis. A veces se hace reducido, porque lo es, pero siempre es mucho más que suficiente. En los mundos grandes, in

Despiértame; tengo dos niños

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Un día la vida te da un revés. Es como si te dijera: “¿Me ves?, pues puedes dejar de verme…” Es como si te pusiera a prueba. “Ahora sí que vas a jugar de verdad, hasta ahora era puro entrenamiento”. A ella el revés debió darle fuerte. No sé detalles pero los intuyo detrás de esa dulzura, esa sonrisa atenta y esa sublime educación. Debió existir un día en el que se encontró mal, así como llegan las desgracias: sorpresivamente. Y de ahí al quirófano un suspiro. Uno de los dos apenas debía haber empezado a decir “Mamá”. El otro no debía llevar mucho en Infantil. Auténtico comienzo del primer entrenamiento. Todos los partidos por delante y con necesidad de una buena entrenadora. Imagino también a unos padres planteándose la inversión de la ley natural sin comprender nada sobre esa que te da y te quita. Esa vida caprichosa que juega y nos hace jugar. Imagino a un marido empezando a ejercer el papel protagonista de una bonita pareja, preguntándose si ten

Niños blanditos

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Niños blanditos Ya me lo había comentado él y hoy he vuelto a escucharlo en las noticias: Nuestra generación está criando niños blanditos. Hace unos meses leí un libro cuyo título era “Padres blandiblup”. Así que definitivamente de unos padres así sólo pueden salir niños blandos. Es cierto que a la llamada de “¡¡¡¡¡¡Mamáaaaaa!!!!!” y de “¡¡¡¡¡¡¡Papáaaaaa!!!!! hemos dejado de hacer cualquier cosa que estuviéramos haciendo, y con cualquier cosa me refiero a cualquier cosa incluidas las de intimidades escatológicas, para atenderles como alma que lleva el diablo. Sí. Ese es nuestro delito. Eso hemos sido esta generación y nuestra pena por ello, dicen, es tener como resultado unos niños blanditos. Dicen que les hacemos los deberes, que les damos todo, que no hemos entrenado su tolerancia a la frustración. Les hemos estado mirando con lupa desde que han nacido: su piel, su vista, su pelo, su percentil … Por cierto, hasta que uno es padre no sabe qué es ni

Oídos de quita y pon

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Oídos de quita y pon Escucha a tu yo pequeño. Al auténtico. Ése es el que sabe.  El que da.  El que sonríe. Como antes. Como siempre. Escucha a tus mayores. A los grandes. A los que ya estuvieron allí. Ellos son los que conocen. Ellos sí lo merecen. No les escuches a ellos. A los necios.  A los que intentan quitar la esencia de las pequeñas cosas. A los que se empeñan en trazar líneas negras sobre tu dibujado paisaje. No perfecto, pero paisaje. No escuches a tu yo feo. Al que te engaña. Ése no tiene ni idea. Ése que te despierta en la dura y oscura noche acechante.  Te atormenta. Te despista y te desvía del verdadero camino que quieres recorrer. Cómprate unos oídos con interruptor.

Mi crítica política

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Mi crítica política La clase política española está en horas bajas, días bajos, meses bajos… décadas bajas. Espera que me remonte a Montesquieu que se inventó el poder legislativo, ejecutivo y judicial… Me cuesta hacer memoria y encontrar políticos “de profesión” y, más aún, “de convicción”.  Digo yo que habrá quien nazca con vocación, como el que nace músico o pintor. Vamos, que me imagino yo que debe haberlos buenos. Pero sólo debe… Tenemos a unos que, rompedores, vienen a prometer y prometen un cambio coyuntural plagado de palabras con acento marketiniano y mucha labia. Acting, mentoring, atrezzo y mucha retórica, esta sí, de Aristóteles. Y hay quien se ilusiona, se suma a una “kdd” en una plaza con renombre nacional, manda un “tweet” a sus amigos para darles coordenadas y espera que “esta savia nueva” le saque del atolladero. Busca en Facebook a ver si les sacan del atolladero. Se meten en Instagram a ver si por fin les sacan del atol

Es más fácil subir el Índice de Relación que educar a un hijo

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Es más fácil subir el Índice de Relación que educar a un hijo Te quité el post.  Hay índices empresariales, serios, profundos...de esos que parecen pesar mucho y tener mucha trascendencia. Índices que se expresan con siglas aburridas: BSC, NPS, IR, Churn Rate... Y hay índices familiares, también serios y profundos, que también pesan un montón y tienen, incluso, muchísima más trascendencia: respeto, obediencia, trabajo, responsabilidad, bondad... Estos sin abreviar. Los primeros se trabajan con inteligencia analítica y BI o con tablas excel y, cuando ya no cabe en un excel, en un Big Data. Hay, para esos índices, expertos en sacar conclusiones en decenas de informes con portadas de color rojo. Y reuniones mil para decidir qué hacer para incrementar unos y ayudar a decrecer otros. Luego está la estrategia, las acciones y las campañas, las cargas en plataformas, las campañas de telemárketing y los mailing postales porque andamos cortos de correos elect