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Pasatiempo

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PASATIEMPO Se miraba al espejo a menudo y buscaba las siete diferencias. 1)        Un ramillete de canas que no existían. 2)        Dos arrugas adicionales. 3)        Una mancha ligada a los veranos en Altea. 4)        7 kilos de más ubicados en los sitios más inoportunos. 5)        Una vena fuera de su cauce natural. 6)        La dureza de las sandalias de plataforma. 7)        La curvatura de la espalda mucho más pronunciada. Hecha un ocho en lugar de un uno. Pero las diferencias eran otras. Se había equivocado. 1)        La sabiduría del color de su pelo. 2)        Los párpados caídos para tapar todo lo que ya no le gusta ver. 3)        Una piel más curtida para hacer rebotar las envidias. 4)        Un cuerpo más mullido para amortiguar las “cornás” que recibes. 5)        La sangre fluyendo por sus arterias. Pura vida. 6)        Tantos caminos andados para llegar hasta el hoy. 7)        Espaldas anchas para poder con todo. Mejor hag

Cuatro puntadas

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Cuatro puntadas Una para atrás y dos para adelante. Así, paso a paso. Una para atrás y dos para adelante. La misma distancia, el sonido sistemático de la máquina de coser, el hilo girando incesantemente y el final de la historia. Festoneando, hilvanando, sobrehilando. Decorando mi vida con pequeñas puntadas que, a su vez, remiendan cositas. Descoser los errores anteriores; rematar las labores y cortar la tela por lo sano. La búsqueda de la combinación de colores perfecta para el patchwork más complejo nunca realizado: rústico, campestre, vintage, romántico, demodé… Fiel reflejo de lo que uno es. Me falta hilo; he de comprar más.

No érase una vez

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NO ÉRASE UNA VEZ No érase una vez. No había duendes ni hadas. No hubo final feliz ni beso de despedida. Las noches no eran tan estrelladas como en los cuentos, ni el agua tan cristalina. No érase que se era ni la princesa  ni el príncipe, ni las ranas ni los sueños, ni una escoba con su bruja piruja. No érase ni el bueno ni el malo. Ni el vengador ni el pobre. No le habían contado ningún cuento. No existía la fantasía. No existían mundos inimaginables por explorar. No conocía a Perrault, ni a Hans Christian Andersen, ni tan siquiera a Esopo. No sabía de Platero, de Hansel, de Pulgarcito, del Enano Saltarín, de Epaminondas ni del Gallo Kiriko. No le besaron para deshacer el hechizo. No encontraba varita mágica alguna. Los superpoderes eran producto de alguna industria cinematográfica. No érase una niña, ni su cuento, ni su madre a la cabecera para leerlo. No érase la historia de antes de dormir, la historia que calma, que quita miedos, que relaja, que hac

Tortilla francesa

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TORTILLA FRANCESA - ¡Esta vez tienes que ser más rápido! Una ronda más y empatamos. Tenemos la estrategia perfecta: yo salgo antes y les despisto. Entonces llegas tú y salvas a todos. ¿Entendido? En ese mismo instante la voz más inoportuna del mundo parecía atronar en medio de la plaza. - Chicos…¡a cenar!.  No podía ser verdad. ¿A quién le parece importante cenar en este instante?  En ese preciso momento se urdía el plan. Un menudo cónclave tomaba la decisión por unanimidad. El líder hablaba:  - Cada uno a su casa a convencer a las madres y abuelas de que nos dejen sacar el bocata a la calle. ¡No hay tiempo que perder!. En quince minutos continúa la partida. Un remolino de chicos espantados corría a sus hogares a utilizar las más variopintas tretas para lograr su objetivo. - Mamá, por fa…. Me lo como entero. Te lo prometo… pero, ¡¡¡déjame sacar el bocadillo a la plaza!!!. Hazme lo que sea más rápido, que empiezan sin mí… - De acue

Regalos

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REGALOS   Era una chaqueta espantosa. Podría buscarse algún otro calificativo: inadecuada, demodé, anticuada, arcaica, anacrónica... pero el adjetivo más adecuado era ESPANTOSA. Que no se me note y “a otra cosa mariposa”. En cada ocasión, en cada nuevo evento, la emoción al ver un paquete se torna en decepción o en sorpresa. El caso de los patines fue justamente el opuesto. Al abrir aquel grandísimo y brillante paquete de color rojo, la emoción rebosaba en la estancia. La emoción de los grandes regalos siempre existe. Se trata de una reminiscencia infantil: gran paquete = gran regalo. Esa lógica aplastante de los niños fue la que acompañó a la apertura de aquel gran regalo que eran aquellos preciosos patines blancos de bota de ruedas amarillas. No podían existir patines más bonitos en toda la "tierra terrestre", pensaba aquella mente que relacionaba grandes cajas con grandes y maravillosos presentes. PRESENTE. Bonita palabr

Mi diminuto Dios

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Mi diminuto Dios "Yo creo que Dios es el viento; cuando el viento sopla, él habla" (Nsl) El misterio del viento, el misterio de Dios. Lo que se sabe, lo que se desconoce y la necesidad de sentir un asidero en la vida. "Cuando la música suena, él habla" El misterio de la música, el misterio de Dios. Notas y melodías que impactan directamente en el corazón sin previa selección. La suma de las partes que construyen un todo armónico, melódico y sinfónico directo a la sensibilidad. Como Dios. "Cuando el amor mueve el mundo, él habla" Pequeños actos, ademanes, gestos que se extractan del entorno hostil y huraño. Acciones sin precio que son de verdad y consiguen devolver al mundo el sentido que todos le buscamos. Sonrisas, caricias, abrazos... y las sonrisas, caricias y abrazos del corazón. Las auténticas cosas, las verdaderas... Como cuando Dios existe.